Después de pasar el último mes leyendo la Lonely Planet, blogs y preguntando a gente que había visitado la ciudad tienes unas ganas tremendas de empezar a ver todo lo que la ciudad ofrece a los visitantes. Olvida el miedo a no poder verlo todo, pues las distancias en el centro histórico de Estambul son imperceptibles. Puedes andar del Palacio de Topkapi a Santa Sofía o la mezquita azul sin apenas darte cuenta que estas caminando. Es como si el tiempo se parase entre foto y foto.
Antes existía la posibilidad de hacer la visita con un guía, pero actualmente solo puedes contratar audioguía. Pasamos la mañana paseando entre las estancias donde el sultán descansaba con sus concubinas, admirando los objetos preciosos y mezclándonos con los lugareños, porque este palacio no solo es visitado por turistas sino que muchas familias de la zona dedican un día a admirar una parte de su historia. Al salir del palacio nuestra intención era dirigirnos directamente al Gran Bazar, pero al pasar cerca de la Mezquita Azul no pudimos evitar entrar a la que sería la primera mezquita que visitábamos. Tras descalzarnos y en el caso de las mujeres cubrirnos los hombros y la cabeza, entramos a un espacio grandioso, todo él enmoquetado, donde los musulmanes realizan sus oraciones, eso si las mujeres rezan por un lado y los hombres por otro.
Tras esta primera toma de contacto con las mezquitas fuimos al Gran Bazar, aunque antes comimos en el Antakya Restaurant, cerca de la entrada del Bazar. Nos gustó mucho, tanto la comida como el trato.
En el Gran Bazar los comerciantes nos sorprendieron con un casi perfecto castellano y alguna que otra palabra en catalán. Si te gusta regatear seguro que disfrutas en este sitio, sino como nos sucedió a nosotros, te limitarás a perderte por el laberinto de callejuelas.
Después nos dirigimos a la Mezquita de Solimán el Magnífico, ubicada en una parte alta de ciudad donde aprovechamos las sombras de los árboles para hacer una siesta, igual que hacen los propios estambuleños.
A media tarde nos dirigimos al Bazar de las Especies, el cual nos gustó más que el anterior. Nada más entrar se te activan los sentidos. El olor de las especies, el color de éstas en los mostradores... Nos dieron a probar las delicias turcas y se nos hizo la boca agua. Están deliciosas, sobretodo las de pistacho. Os aconsejamos comprarlas a granel, las que vienen en cajas están más duras.
Para acabar el día hicimos un kebab en un puesto cerca de Çemberlitas y nos fuimos a descansar a nuestro hotel, el Grand Yavuz.
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